Como respuesta a la más grave crisis política de las últimas décadas, el Congreso puso en marcha el 15 de noviembre de 2019 el proceso de redacción de una nueva Constitución, en la esperanza de que fuera un importante instrumento de unión de todos los chilenos bajo un mismo techo, con reglas democráticas claras e inclusivas. Su nombre fue, precisamente, Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución.
Habiendo leído con detención (dos veces) los 499 artículos aprobados en el Pleno, he llegado a la convicción de que este difícilmente será el techo que nos una, sea cual sea el trabajo remanente de las Comisiones de Armonización, Transitoria y de Preámbulo. Por el contrario, se ha visto una porfiada tendencia a profundizar las divisiones y a crear nuevos conflictos, por parte de los sectores más radicalizados que en los hechos controlan esta Convención. Ahora pretenden aplicar las mismas reglas de Jaime Guzmán, un cerrojo de 2/3 que impida al Congreso modificar la Constitución. Ese intento recién fracasó, pero demuestra la insistencia radical de muchos convencionales. Ya está claro, en mi opinión, que no será un Acuerdo por la Paz Social, sino un acuerdo partisano, que podría traer aún más división al país.
Este borrador constitucional tiene, por cierto, una amplia mayoría de elementos positivos y rescatables, sobre todo en el ámbito de los derechos sociales, y tiene el mérito de poner en la palestra la descentralización, la protección del ambiente y los pueblos originarios, pero contiene varios elementos que, por separado, son muy problemáticos, y que en conjunto, pueden detonar un proceso de crisis política, económica, social y de violencia que supere con creces a la que motivó este acuerdo constitucional. Estos elementos son los siguientes:
Plurinacionalidad desigual y extremista. Desde un inicio, quienes aprobamos este proceso estábamos convencidos de la necesidad de darle un reconocimiento formal a los pueblos originarios, cuestión a la que los partidos de derecha siempre se habían negado. Sin embargo, esta Constitución consagra desigualdades profundas, con escaños reservados en todos los niveles de gobierno, y autonomías territoriales excesivas, con autogobierno, con sistemas jurídicos propios, con un poder omnímodo dentro de sus territorios, lo que generará situaciones muy similares a las que hoy vemos en Temucuicui, desintegrando Chile en muchas islas de conflicto. ¿Qué pasará con las personas que viven en esos territorios y no se autoidentifican como de pueblos originarios? Esa indefensión parece inaceptable. Queríamos superar esa desigualdad, no profundizarla.
Las obligadas expropiaciones que se proponen en el texto, cubrirán en los hechos miles de hectáreas en la macrozona Sur. Se les definen escaños reservados en todos los cuerpos nacionales, regionales y comunales, con lo cual el principio de “un chileno, un voto» queda vulnerado. Reparar los daños del pasado, no puede ser a costa de dañar a las personas del presente.
Descentralización desintegrada y extremista. Del mismo modo, sigo convencido de la necesidad de descentralizar el país. Pero al definir regiones, comunas y territorios con total autonomía política, administrativa, económica y financiera, se desorganizará completamente la actuación del Estado, incluso en la prestación de servicios que se están definiendo como derechos sociales en el mismo texto constitucional. Los ciudadanos de regiones estarán peor, no mejor, con esta propuesta. Un país, para avanzar, necesita coordinación, y esta propuesta implica una gran descoordinación del Poder Ejecutivo.
Debilitamiento y vulnerabilidad del Poder Judicial. Al definirse un Consejo Nacional de Justicia con minoría de jueces, con potestad para contratar, despedir y reorganizar el sistema judicial, este será muy vulnerable políticamente, eso sin contar con la existencia de Poderes Judiciales paralelos por cada pueblo originario. La de por si abusada figura de la Acusación Constitucional ahora se extenderá también a jueces, militares, y gobernadores, y podrá aprobarse por simple mayoría de los asistentes en el Congreso. Esto es, por decir lo menos, insólito.
Por otro lado, el retiro adelantado de jueces y fiscales mayores de 70 años producirá en lo inmediato la virtual parálisis de muchos tribunales y procesos penales. Por último, la nueva figura de tutela de derechos en lugar del amparo, generará miles de litigios de ciudadanos contra el Estado, generándose desigualdades entre ciudadanos litigantes y no litigantes, y debilitando la acción del gobierno en materia de políticas públicas.
Facilitación de la violencia. En esto, los convencionales extremistas actuaron por omisión, eliminando del texto figuras imprescindibles como el Estado de Emergencia, mismo que el propio Presidente Boric ha debido decretar recientemente, y eliminando además el crucial rol de las Fuerzas Armadas para asistir a la ciudadanía en caso de emergencias civiles como por ejemplo terremotos.
Inestabilidad política y legislativa, derivada de las normas del sistema político. Por ejemplo, el texto pone fin a los quorum normalmente utilizados para temas relevantes. Así, muchas leyes podrán aprobarse por mayoría simple de los diputados presentes en la sala, ni siquiera de la totalidad de los Diputados. Como ejemplo aberrante, podría eliminarse la independencia del Poder Judicial, la Contraloría o el Banco Central por esta simple mayoría. Para el mismo propósito, estos sectores extremistas han acordado la desaparición del Senado como contrapeso esencial.
Las personas demandaban más control a los políticos, esta Constitución hace todo lo contrario. Le entrega a los futuros Diputados control sobre muchos organismos del Estado, habrá un espectáculo permanente de múltiples acusaciones constitucionales, de todo tipo de leyes absurdas que serán aprobadas, y posteriormente rechazadas por otra mayoría simple en breves plazos. Seremos un país más inestable, con diputados con más poder y menos control. Para remate, aquello que era indispensable definir constitucionalmente, como por ejemplo una mejor ley electoral y de partidos políticos, fue omitido.
Deterioro económico y del empleo. Se generará decrecimiento por la incerteza jurídica que involucra la nueva Constitución. Esto ocurrirá como fruto de diversas normas que implican mucho riesgo a la inversión y al derecho de propiedad. ¿Por qué alguien, chileno o extranjero, querría invertir en uno de los países más alejados del mundo, con un mercado pequeño y sin normas claras?
Así, conceptos como expropiación “a precio justo”, la “incomerciabilidad” de los derechos de agua, el derecho a huelga por cualquier motivo no relacionado con la empresa, o la exigencia de autorizaciones previas de pueblos originarios para toda actividad en territorios que afecten sus derechos, ocasionarán un inevitable deterioro al patrimonio, no solo de las grandes empresas, sino también de cientos de miles de agricultores y pequeños empresarios mineros. Al paralizarse las inversiones, habrá mayor desempleo y menor recaudación fiscal, tan necesaria precisamente para satisfacer los derechos sociales. Las afirmaciones de que los ciudadanos tendrán mejor acceso a prestaciones sociales son, por esta razón, falsas.
El “efecto Transantiago”. Cuando se puso en marcha este sistema de transporte, fallaron simultáneamente muchos elementos, lo que ocasionó una crisis que se prolongó por muchos años, perjudicando a millones de ciudadanos de escasos recursos. Con los seis elementos arriba mencionados ocurrirá lo mismo. La descentralización extrema se concatenará con la plurinacionalidad, y ambas con los problemas económicos, y así sucesivamente, en un círculo vicioso de mayor inestabilidad y violencia. No exagero entonces al decir que se puede ocasionar una crisis de imprevisibles magnitudes, un verdadero Transantiago constitucional.
En caso de Rechazo, el Congreso, que es el poder constituyente originario, y que no ha perdido esta potestad, podría comenzar desde el mismo día 5 de septiembre un proceso que termine, en los plazos más breves posible, y por el método que estimen conveniente (incluyendo por ejemplo la consulta a expertos), la elaboración de un acuerdo que recoja los aportes positivos del texto constitucional, pero que corrija los profundos y dañinos vicios arriba mencionados y que nos dé una casa de todos y para todos. En caso de Apruebo, al Congreso le será muy difícil realizar modificaciones mayores para corregir los vicios arriba mencionados.
Ahora, al lector le toca decidir: ¿Apruebo o Rechazo? Vaya a votar y hágalo en conciencia.
Me queda claro, yo voto rechazo. Y espero que de inmediato se forme una comisión desde el congreso con la participación de expertos y hombres buenos para redactar una constitución que nos una a todos los chilenos eliminando las injusticias tomando las buenas ideas de la actual Convención Constitucional ,
Si la nueva constitución no es votada con el 90% no vale, se tendría optar por la tercera vía, no se puede dejar a nadie fuera de los acuerdos para una constitución que proteja al 100% de los chilenos.
Hicieron sumamente difícil votar apruebo. El principio de paridad, que busca la igualdad sustantiva con un piso mínimo para las mujeres del 50% (una contradicción en si), también resulta sumamente problemático. Distorsiona los resultados de una elección a nivel dios, súmale a eso los escaños reservados y la bancada del 1% va a tomarse el congreso.
Certero diagnóstico . Voto rechazo
Obviamente es mejor rechazar. Por el bien del país.
Desde que se define Chile como un estado plurinacional con toda la sobrerrepresentación que se otorga a los pueblos «originarios» (algo que merece discusión), rechazo. La igualdad ante la ley y un hombre un voto se fueron al c… Nada más antidemocrático. Voto rechazo. Y además de todas las razones que expones, voto rechazo.
Pucha, por qué tantas vueltas? Rechazo de plano. Desde que comenzó este proceso (tanto por la forma como por los primeros esbozos del contenido) era evidente que no aspectaba bien. Se agradece la paciencia de los Amarillos, en todo caso.
Está claro que esta pseudo constitución es un mamarracho, pero es mejor acceder a buenos argumentos, que es lo que me parece que aporta el Sr. Waissbluth
Gracias por tan ameno y no menos clarificador análisis del desastre que nos están ofreciendo. Nos queda solo hacernos creyentes y empezar a rezar.
Interesante el análisis. ¿Podría especificar «el método que estimen conveniente (incluyendo la consulta a expertos)»?. La «consulta a expertos» me rememora la Comisión Ortúzar, las Comisiones de Lagos, Bachelet de varias materias; donde participaron varios de los denominados «amarillos». Entre otros, el Consejo Ciudadano de Observadores del Proceso Constituyente de la presidenta Bachelet (2016). Cuyos participantes y resultados elitistas y poco prácticos condujeron al denominado Estallido Social.
Carlos. A mi juicio el proyecto constitucional de Bachelet era mucho mejor que el engendro actual. La única razón por la que no prosperó fue que Piñera la archivó al inicio de su gobierno. La miopía de la derecha una vez más. Saludos. Mario
Agradezco su análisis Sr. Waissbluth y debo decir que lamentablemente tiene Ud mucha razón. Tenía una gran esperanza en este proceso constitucional pero fue coptado por un grupo reaccionario e idealista que configuró un texto con características revanchistas muy lejos de la grandeza que la ocasión exigía.
Discrepo de que el proceso constituyente de Bachelet sea el que llevó al estallido. Este tiene numerosos factores causales, y este no fue uno. En cuanto al método, el Congreso es el único y verdadero poder constituyente, que lo delegó temporalmente en una CC partisana y que hizo un pésimo trabajo. Debe retomar ese poder, y conjuntar un grupo de a) parlamentarios, b) especialistas, c) rectores, y d) una muestra aleatoria de la ciudadanía. Lo pueden lograr en pocos meses, y el producto final debe plebicitarse, y lograr que 4/7 de los chilenos lo aprueben.
Entonces nominemos una comisión de inexpertos como los Convencionales. Slds.
Muy clara y precisa presentación de las deficiencias del texto de la Convención.
Veo que tras unos 40 años de haber estado juntos y distanciados en la propuesta de distintas políticas públicas, parece que nos volvemos a encontrar en la “batalla que no dejaremos ser”.
Ya ves Ernesto. Dios nos crió y el Diablo nos juntó. 😂
Estimado Mario
Excelente esta primera síntesis de algunas de las buenas razones que tenemos los chilenos para reforzar nuestra convicción de que, en esta eventualidad, la única manera de salvar la república y la democracia en Chile es votando RECHAZO. Esperamos con ansias los siguientes análisis de otros temas, como las disposiciones que constituyen un verdadero atentado contra la independencia del Poder Judicial y el serio peligro para la integridad territorial del país que pueden surgir de la descripción de Chile como un Estado Plurinacional, peligro sobre el cual ha disertado recientemente con mucha claridad el Profesor de Derecho Internacional Público José Rodríguez Elizondo,
Felicitaciones y un cordial saludo.
Alejandro Jara Lazcano
Este ha sido un proceso con vicios de origen,que llega a crear una realidad delirante
Crear una nueva constitución es tarea de intelectuales iluminados y no de fanáticos ignorantes
Solo corresponde “rechazar “ pero desconfío del poder interesado que manipula una gran masa iletrada
Muy pero muy claro don Mario Waissbluth
Felicitaciones por tan instructiva claridad
RECHAZO
Gracias por el análisis Mario. Lo comparto a cabilidad.
Desde el principio se vislumbró un texto en el que la izq radical iba a imponer sus términos.
SIN UN SCUERDO QUE NOS UNA, NO HAY ACUERDO QUE NOS PROTEJA.
Estoy clarito: RECHAZO
Muchas gracias por tan esclarecedor analisis, proveniente de un personaje ilustrado y tan respetado como Ud
Lo único que se hizo fue una nueva Constitución, con todas las anomalías y vicios ya conocidos. El Acuerdo por la Paz no volvió ni a mencionarse, no pasó de ser un título lamentablemente sin contenido. Hemos avanzado hacia la consolidación de la violencia, no solo culturalmente, sino también constitucionalmente. Corremos el riesgo de alcanzar un Estado autoritario y ya sabemos lo que se puede esperar de eso. Una tristeza sin fin. Mi mayor claridad es que votaré rechazo.
La primera década del ciclo de los treinta años fue la de los «acuerdos», que supuso poner la negociación y el diálogo como articuladores de la acción política. Esto aludía directamente a las prácticas políticas de «lucha» sorda que pavimentaron el camino al quiebre de 1973. Sin embargo, esto fue paulatinamente menospreciado, y volvemos a retomar el camino de negación mutua de los actores políticos. El proceso constituyente ha sido una buena muestra del resurgir de la «lucha» como actitud tanto de convencionales pintorescos como de otros de los que podría esperarse más. También, que los muchos alegatos sobre la legitimidad democrática del proceso sobrevaloran lo mecánico y pasan por alto el conocimiento requerido para producir un resultado de valor. Me interesan particularmente los temas mineros, y aún estoy sorprendido de que el pleno haya sido capaz de contener gran parte (no todo) de la seguidilla de acuerdos de la comisión respectiva, que retratan con crudeza como una parte de nuestra sociedad no entiende cómo funciona el mundo, o cree entenderlo desde caricaturas a ratos grotescas. Desde el punto de vista minero, la propuesta constitucional no aporta nada relevante, solo desestabiliza lo existente. En lo más general, me queda la impresión de que se plantearon problemas importantes, sin llegar a buenas soluciones.
Hola Mario
Acabo de ver lo que publico El Mercurio donde refrendas lo que expones en este artículo; sin embargo no deja de extrañarme y creo que es un factor clave en lo que viene por delante, el promedio de edad de los entrevistados, que claramente no está alineado con los tiempos que corren.
Más allá del análisis experto de la nueva constitución y sus consecuencias, creo que lo decisivo será lo que la gente perciba como esperanza de futuro, más que los riesgos que este conlleva, y en eso las advertencias de los papas y abuelos no tienen mucho appeal, falta la voz de los que finalmente tendrán que vivir en el nuevo escenario, cualquiera que este sea,
Estimado Mario Has tenido una paciencia increíble con los constitucionalistas que nunca escucharon el clamor de los amarillos
Ahora, no queda otra que rechazar la propuesta que hicieron, ensimismados en sus delirios de cambios irracionales, no respetando a aquellos convencionales que respetuosamente le hacían ver sus errores y más aún le hacían propuestas jurídicamente bien pensadas, que sin embargo, no aprobaban. …… No cabe duda que todos los amarillos queremos que al presidente le vaya bien, por el bien de Chile., pero para ello es necesario la unión de los chilenos .Incluyéndonos a todos y sin privilegios especiales para algunos. Es decir, necesitamos fortalecer la democracia , única forma de entendernos y lograr objetivos que permitan el desarrollo social y económico del país que no debemos dudar todos queremos.
Una real y gran mayoría de chilenos quisimos y continuamos queriendo un Chile mejor, más humano, más justo, más generoso, más equilibrado, más racional, más amoroso, más respetuoso, más tolerante, más eficiente, más comprometido, más integrado, Un Chile MÁS, no un Chile MENOS. Después de ver y vivir lo ocurrido en nuestra historia pasada y lo que estamos escribiendo como historia actual, no puedo menos que concluir que el camino más correcto y positivo y el menos violento, egoísta, y paralizador, va en sentido opuesto al imperio de lo ideológico, dogmático y carente de valores. Las crisis que explican nuestros fracasos como sociedad parecen tener un trasfondo interno en nosotros como personas, más que las fallas del o los sistemas, que consciente e inconscientemente nosotros mismos hemos saboteado..
Felicito a don Mario por su certero análisis que va más allá de ideologías, colores o tendencias políticas. Se agradece su claridad, honestidad y altura de miras y su generosidad para quienes no tenemos la preparación para entender, a cabalidad, los alcances que tiene una Carta Magna. En buen chileno, a nuestros constituyentes les quedó «grande el poncho».
Enorme les quedó pues.
Entonces nominemos una comisión de inexpertos como los Convencionales. Slds.
Pareciera ser que la constitución de Chile no puede ser redactada por personas elegidas mediante el sistema de representación que permite la elección de casi todas las autoridades actualmente, pues los electos resultan ser los que mas vociferan o presentan caricaturas de argumentos o tienen recursos para farandulear y eso no tiene color político. Entonces: ¿de que manera se puede democratizar un trabajo tan fundamental?, si se le niegan tres principios, el primero: la representación de los que elegimos, en el fondo elegimos «lo que hay». El segundo principio es el reposo, las constituciones deben ser reposadas, sin pasiones, sin apuros, sin urgencias, sin presiones y eso se soluciona con un plazo mayor de análisis y votaciones y contra votaciones (si es que el vocablo existe) Y el tercer principio es la supuesta autoridad de un «experto», que como sabemos en este país tan pequeño los expertos sin conflicto de interés, escasean. Desafortunadamente estamos frente a un escenario que nos deja UNA VEZ MAS la decisión en manos de los mismos parlamentarios que facilitaron esta «salida constitucional» a un estallido que permanece aun ardiendo en el subsuelo. Creo que estamos ante un callejón cerrado, oscuro y que tiene una pequeña puerta que se llama «rehacer lo obrado». El problema es como hacerlo. Un afectuoso saludo don Mario y mis respetos por su esfuerzo.
Leí con atención (mas sin expectativas) porque no puedo desprenderme del lugar desde dónde hace este «análisis». Para mi gusto, lo suyo es solo parte de la campaña del terror…mucho «va a pasar esto, sucederá esto otro, habrá esto». ¿Cómo -me pregunto yo- con esa clarividencia no fue capaz de vislumbrar el estallido que azotó al país en octubre?
No quiero fustigar al mensajero, iré al mensaje con ciertos hechos y algunas preguntas. La Convención Constitucional es el órgano más democrático que hemos tenido en la historia de nuestro país: elegido, paritario, con EERR y con independientes. Muchas de estas personas nunca habían tenido acceso a sitiales de poder político antes y eso, solo escuchar sus voces, ya es un paso gigante para hacer de este país «la casa de todos» (lo digo con sorna, odio esa comparación; no hay nada menos democrático que una casa y un país NO es una casa (y si lo fuera, sabrá usted que ¡la gran mayoría vive en el patio!). Todas las 499 normas (que, a todo esto, en cantidad de palabras no superan a la Constitución actual) fueron aprobadas por 2/3; en promedio, la aprobación incluso supera esa cifra. ¿Son esos 2/3 sectores radicalizados, como los llama? ¿En serio?
Me molesta su retórica porque es alarmista, injusta, clasista, exagerada…solo un ejemplo, en materia de PPOO: no son daños «del pasado», son situaciones del presente. Nuestro país ya está dividido, por un racismo/clasismo (el mismo que destila su texto) y la superación de esta profunda herida solo se puede hacer con verdad, justicia y garantías de no repetición concretas. Y no piense en Wallmapu, piense en Rapa Nui, y la cantidad de atropellos que el Estado chileno (no los conquistadores de arcabuz y cota de malla) ha cometido contra su población.
Otro ejemplo: el poder judicial. ¿A usted le parece que en Chile hay justicia? ¿En serio? Un órgano que tiene formas decimonónicas (y casi mafiosas) para reproducirse, con cero democracia. ¿De verdad puede hablar de «independencia»? ¿Por qué nos quiere meter el dedo en la boca?
En fin, me cansé. Rechazar es una opción, claro está, pero no nos venga a tratar de convencer de que usted «sabe», porque, en realidad, no tiene idea lo que sucede en su país…dese una vuelta por el Valle del Huasco, por las plantaciones de pinos y eucaliptus de Lleu-Lleu, por las aguas que contaminó Celco en Valdivia, por los hogares del sename, por las noches urbanas donde golpean a los homosexuales y verá que este modelo que han construido (y que tanto defienden con criterio de «expertos», algunos comentando acá incluso) «en la medida de lo posible», urge y clama por un cambio de modelo que tenga como pilares fundamentales la solidaridad, la equidad, la real protección de la Naturaleza y el buen vivir.
Votar rechazo es un derecho, no lo discuto, pero lo que sí me desagrada profundamente son estos ropajes intelectuales con los que se visten aquellos que no tienen ni la más mínima empatía con todas las injusticias reinantes.
Aprobar la propuesta de nueva Constitución es la única salida que da esperanza en un país más justo; el Congreso actual (elegido con estándares que ya no son democráticos) NO lo hará, porque la Derecha no quiere cambiar las cosas, por algo durante todo este proceso solo se dedicaron a reponer artículos de la Constitución actual.
Irene: respeto tu derecho. Si estoy por Rechazar, no lo hago por la derecha, ni por cualquiera de los asuntos que mencionas. Escribí «Tejado de Vidrio» hace 6 años, y en el hablo de la necesidad de un cambio constitucional, de descentralizar, de reconocer a los pueblos originarios… pero no con las aberraciones que cito en el texto de este artículo. Saludos cordiales.
Irene, comparto tu analisis y me gustaria tener tu lucidez para poner en palabras mi posicion frente a este momento trascendental del pais. Apruebo. Apruebo, aun sabiendo que habra que hacer correcciones, ajustes, cambios. Pero desde un nuevo lugar. No desde el miedo, que por otro lado a veces aflora leyendo a los gurues del rechazo (o del rechazo para reformar) Saludos
Mario, con todo respeto, tu miedo a los cambios bordea lo patológico. Los escenarios catastróficos que planteas son sólo interpretaciones pesimistas que podrían o no ocurrir. Algunos puntos son muy mañosos: ¿se «desorganizará completamente el Estado» sólo por empoderar a las regiones? ¿Decrecimiento por «incerteza jurídica»? Esto último parece sacado de un twit de Kaiser; sólo faltó indicar la fecha en que el dólar llegará a $1000.
Por otra parte, si este borrador fuera tan «ultra», ¿cómo se consiguió aprobar tantos artículos ampliamente por sobre el umbral de 2/3?
Falta atreverse, Mario. Problemas grandes requieren soluciones audaces. Y seamos un poquito más humildes en reconocer que otras personas, quienes fueron elegidas exclusivamente para esto, pueden hacer un buen trabajo sin nuestra «iluminada» opinión.
Me interpreta tu opinion. El catastrofismo de este señor que se presenta como exiliado, como si ello pudiera constituir un valor ético en si mismo, me harta. Como muchos chilenos tengo dudas y reparos en muchos aspectos. Es una proposición elaborada por seres humanos, reformable y perfectible. Rechazar apoyándose en visiones apocalípticas de una derecha anti democrática ( estos amarillos también lo son, ojo, dan valor cero al proceso democrático que nos trajo hasta acá) solo busca dejar las cosas como estan. Y Chile se merece algo mucho mejor
Me interpreta tu opinión. El catastrofismo de este señor que se presenta como exiliado, como si ello pudiera constituir un valor ético en si mismo, me harta. Como muchos chilenos tengo dudas y reparos en muchos aspectos. Es una proposición elaborada por seres humanos, reformable y perfectible. Es que a alguien le podría gustar 100 % un contenido elaborado por múltiples voces y visiones?. Rechazar apoyándose en visiones apocalípticas de una derecha anti democrática ( estos amarillos también lo son, ojo, dan valor cero al proceso democrático que nos trajo hasta acá) solo busca dejar las cosas como están . Y Chile se merece algo mucho mejor
Ya lo dijo el Presidente. Cualquier texto es mejor que la constitución de Pinochet. Todavia le creen al pelmazo sin título que nos gobierna? Todavia alguien duda que el estallido social no tiene sostén en ningún dato objetivo comparable en la región? Todavia alguien duda que la gente cree que la solución a algo es lo totalmente contrario?;lo que es un error claro. Osea si la sopa está muy caliente la solución es tomársela fría..por ejemplo.. es la tira iabde las masas ignorantes…de los millennial ql. La generación perdida
Estimado
Es cierto, en el plano de que lo que puede o no pasar es un papel en blanco donde todos/as podemos opinar, con todo, solo centrase en el peor de los escenarios catastróficos y letales como lo hizo en toda su redacción, con clara intención de reforzar una idea de que es, bueno rechazar, es a mi juicio, al menos miope, no veo en su análisis que la descentralización sea un tremendo plus a la organización del estado, no veo en sus análisis que la plurinacionalismo funcione – como lo ha echo en otro países- como puntapié inicial de subsanar en parte conflictos históricos que tanto daño hacen,
No veo por cierto ninguna propuesta tampoco que tenga mejor y mayor sentido para la sociedad en conjunto para destrabar salir de una constitución que hoy nadie valida (la actual)
Estimado todo cambio da miedo, quizás algo de incertidumbre, pero la vida es así, un constante cambio, este texto también tendrá cambios sin duda al andar, pero quedarse estancados o volver a prácticas de 4 paredes es una pésima opción.
Un favor a Chile, piensen en un país para el futuro, no en uno que añore tiempos pasados, omitiendo tanta desigualdad desde su origen
Atte