Skip to main content

CONGRESO DE LA REPÚBLICA, MARZO, 2022

Queridos Compatriotas: uso deliberadamente este término. El patriotismo es el pensamiento y la actitud que tienen las personas acerca de su tierra natal o adoptiva, a la que se sienten constructivamente ligados por determinada cultura, historia y afectos. Esto no significa que seamos monolíticos. La diversidad de ideologías y valores siempre es buena dentro de los límites democráticos, pero los afectos positivos son los mismos.

Los patriotas quieren que su patria y sus compatriotas estén bien, que prosperen, por su bienestar colectivo, familiar e individual. Para ello se necesita que compartamos el afecto y la cooperación entre nosotros. Sin estos factores, somos una mera acumulación de disputas y fricciones, entre diversos grupúsculos que no comparten una mínima disposición al sacrificio por el bien común, sin acumulación de capital social.

Como ustedes bien saben, he llegado a la Presidencia por una suerte de milagro electoral. Las distintas corrientes del centro político, desde la centroizquierda a la centroderecha, tan vapuleadas por muchos años, lograron concertarse rápidamente para armar esta coalición de gobierno que bien podemos llamar social demócrata y social cristiana, con la cual pudimos virtualmente arrasar en la elección, mas no así en el Congreso, que continúa fraccionado en los partidos presentes durante la última década. Ganamos porque la vasta mayoría de los chilenos es y se siente en el centro político, y ya no quiere ni resiste más disputas estériles.

Hagamos una tregua

Mi primera petición es a los parlamentarios y presidentes de partidos, y a los gobernadores regionales. Les ruego una tregua. Les pido que la disposición a los acuerdos supere a los desacuerdos, en esta senda de navegación hacia la prosperidad de todos, no de unos pocos como ha sido el caso por décadas, incluso por centurias. En esta tregua, las discrepancias por el bien común, las opiniones distintas, siempre cabrán, mas no así las actitudes electoreras desprovistas de sentido. Son ya demasiadas las que hemos visto de esa naturaleza. Pido tregua. Pido cooperación.

Ustedes podrán ver, en la composición del gabinete que les presento hoy, la pluralidad que he buscado, no solo la de etiquetas políticas o de género, sino también por tratarse de personas que en su trayectoria han demostrado en la práctica la búsqueda permanente del bien común. Su composición deliberadamente incluye a jóvenes, que espero le den un aire fresco a nuestro gobierno.

Esta patria, hasta hoy tan fracturada política y afectivamente, y tan desigual en el reparto de sus oportunidades y beneficios, tiene muchas fortalezas y activos a su favor, que debemos aprovechar para enfrentar tantos problemas que nos aquejan: la inequidad de oportunidades y beneficios, los riesgos climáticos, la persistente desertificación, la crisis medioambiental, el desempleo tecnológico, el flagelo del narcotráfico, la delincuencia, los desequilibrios económicos y políticos mundiales. Sin unidad política, sin esta tregua que les solicito, no podremos salir adelante y a la vez enfrentar todas estas amenazas, que son simultáneas y que no nos darán respiro.

Tenemos muchas fortalezas para salir de la crisis en que nos encontramos. La primera es que, de 1985 a 2015, nuestra economía e ingreso per cápita pudieron crecer a una tasa sorprendentemente mayor a la del mundo, y a la vez pasar de 40% de pobres a 11%. De ahí en adelante nos ralentizamos, como fruto de políticas erróneas y desgastes internos. Pero lo podemos recuperar.

Los que dicen aquella odiosa frase de “no son treinta pesos sino treinta años”, o son ignorantes con soberbia, o jóvenes que sólo comenzaron a comprender el país recientemente. Para darles una idea, las mujeres recién votaron por primera vez en la elección presidencial en 1952. La educación media se declaró obligatoria en 2003, hace menos de 20 años. En el año 50 la esperanza de vida al nacer era de 50 años, hoy es 80.  Como ven, no todo comenzó en octubre de 2019. No comprender la épica que significó reducir la pobreza desde 40% a 11% en 30 años hace mucho daño y distorsiona la realidad. Sólo ese 29% de familias que salieron de la pobreza pueden comprenderlo en toda su dimensión. Para muchos de ellos la situación sigue siendo precaria, y por cierto debemos abordarla para que no vivan en el constante temor a recaer en la pobreza. Pero lo lograron, con su esfuerzo, sus estudios, emprendimientos y el apoyo del Estado. ¿Tenemos que hacer más por la inequidad? Muy cierto.

Principios orientadores

A los parlamentarios, partidos políticos, trabajadores, empresarios y emprendedores, les digo que Chile navegará firmemente en dirección hacia un capitalismo social democrático serio, sin populismos, clientelismos, colusiones, evasiones, monopolios ni corrupción, las que serán castigadas con firmeza.

Recuperaremos el equilibrio fiscal, evitando gastar lo que no se tiene, o endeudarnos excesivamente. Por ello, el Banco Central continuará tan autónomo como hasta hoy, y cumpliremos la regla fiscal a la brevedad posible. Sin embargo, según nuestro equipo económico, los recursos financieros derivados del crecimiento no serán suficientes para tantas deudas sociales que tenemos, especialmente por la pandemia que nos desequilibró severamente las finanzas públicas.  Por ello aumentaremos los tributos de manera progresiva, sobre todo a las personas más ricas y las empresas más grandes.

Convocaré a la brevedad a un grupo consultivo integrado por empresas grandes, pequeñas, trabajadores, partidos políticos y expertos, de modo que las leyes tributaria y laboral que enviemos al Congreso estén consensuadas al máximo, de modo que mejoren efectivamente la distribución del ingreso. Ese será mi estilo en todos los proyectos de ley relevantes. Hay diversos ejemplos de países en el mundo que nos permitirán hacer esto sin tener que inventar la rueda.

Nuestra patria tiene el capital humano, los conocimientos, los recursos naturales y geográficos, y un prestigio internacional bien ganado como para retomar el crecimiento, especialmente en beneficio de los más pobres. La institucionalidad, que también necesitamos para desarrollarnos, ha estado asediada, pero la defenderemos con dientes y uñas.

El crecimiento del PIB no es un fetiche, no lo buscaremos para sacarnos una medallita en el Fondo Monetario Internacional, sino para generar recursos para la protección social, los más pobres, los pensionados, los niños, los discapacitados, la educación, vivienda y salud. Nuestro presupuesto anual, a partir de 2023, será concebido en función de avances claros en estos ámbitos críticos.

Los niños son nuestro principal recurso, nuestra esperanza. Pero hay una estadística muy cruel, que nos hemos negado a aceptar. Mientras el 25% de los niños y niñas de Chile sean vulnerados en sus derechos y maltratados severamente en sus hogares, no tenemos futuro posible como nación. La lista de medidas prácticas y comunicacionales es extensa, y el costo muy elevado. Implicará, en realidad, un cambio cultural de la ciudadanía. Antes de tres meses lanzaremos el Programa Nacional de Protección a la Infancia.

De las empresas depende nuestro crecimiento, pero con respeto a las normas tributarias, ambientales y laborales. Con ese respeto, gozarán de todos los apoyos que mi gobierno les pueda ofrecer. Le ruego a los empresarios que inviertan, de manera sustentable, respetando el ambiente, y convocando a los trabajadores no solo a repartir armónicamente los beneficios, sino también a participar en vuestras decisiones. Me comprometo a proveerles un ambiente económico estable y con reglas claras.

Los invito también a concebir grandes proyectos colaborativos en materia de agua, energía, ambiente, infraestructura y desarrollo tecnológico, que ninguna empresa por si sola podrá abordar. Las puertas están abiertas para construir un Chile visionario. Exportemos sol y agua envasados en productos. El primero nos sobra en el Norte, el segundo en el sur.

Un Estado fuerte, sólido y eficaz.

Para tener un Estado que esté verdaderamente al servicio de la ciudadanía, realizaremos algunas modernizaciones radicales. La primera consiste en que, salvo cien cargos de confianza política, que designaré en conjunto con los Ministros, el resto, las decenas de miles de cargos que el Estado suele contratar en el gobierno central y regiones, se harán por concurso abierto y transparente, sean o no de Alta Dirección Pública, que ciertamente expandiremos. Lo digo aquí y ahora: cualquier Ministro o Jefe de Servicio que utilice su influencia para realizar contrataciones clientelares, perderá el cargo.

Para aumentar vuestra confianza en el Estado, mandaré pronto una ley de rango constitucional, para crear dentro de la Contraloría General una Agencia autónoma, de evaluación del impacto de políticas, instituciones y programas de gobierno. Sus resultados estarán siempre disponibles para los ciudadanos. Ustedes sabrán al mismo tiempo que yo, sin filtros, cómo está funcionando cada institución del Estado, y cuanto valor público está agregando por cada peso que le entregamos.

Asimismo, para dar mayor estabilidad y coordinación a todas las modernizaciones del Estado, crearemos dentro del Ministerio de Hacienda una Subsecretaría de la Función Pública, que supervisará a todos los Servicios relacionados con el tema, incluyendo la creación de una Agencia Nacional de Tecnologías de Información que esperamos nos lleve al siglo XXI en este ámbito tan pronto sea posible.

Para finalizar

Hay más, mucho más que anunciar, pero no ahora, sino que lo estaré informando periódicamente. Por de pronto, una ambiciosa reforma de la salud, que aspiramos a que gradualmente sea gratuita para todos; otra para llevar la educación, sobre todo la preescolar, al nivel que amerita, y un programa de prevención de la delincuencia y el narcotráfico. En todas seguiré la práctica de convocar un consejo consultivo antes de enviarlas al Congreso.

Un asunto inmediato: según las pruebas de la OCDE, el 50% de nuestros ciudadanos de 15 a 65 años todavía no entiende adecuadamente lo que lee. Así, no podremos desarrollarnos ni económica ni culturalmente. Me comprometo frente a ustedes a que, al final de mi período, lo habremos rebajado a 30%, cercano al promedio OCDE. Mediremos cada año el avance en esta, una meta prioritaria de mi gobierno. Cóbrenmela.

Finalmente, debemos todos asumir que la Convención Constitucional tuvo que extender por tres meses su período, y que aun no sabemos cuáles serán los resultados del plebiscito de salida. Me comprometo con ustedes, sea cual sea el resultado, a realizar enmiendas si es necesario, para tener una Constitución aprobada por más de 2/3 de la ciudadanía tan pronto sea posible. Prometo asimismo cumplir todos y cada uno de los mandatos que ella le encomiende a la figura presidencial.

Me despido, pero hasta pronto, pues emitiré un podcast semanal sobre estos temas, en el cual espero recibir directamente vuestras críticas, preguntas y sugerencias. Duerman bien, todas y todos soñando qué, cómo y cuándo podrán aportar a nuestro desarrollo.

…… en ese momento me desperté ……