Mi oráculo para el 4S

A una semana del crucial plebiscito, escribo algunas reflexiones sobre lo que creo que ocurrirá, no solo en lo constitucional, sino también en lo político.

La pasada semana, la del inverosímil “affaire Llaitul”, ha mostrado nuevamente un gobierno incapaz e impredecible, atenazado entre su pasado «revolucionario» y su presente de jefes de Estado. Primero, la Ministra del Interior, al hacer su declaración anunciando el arresto, era la expresión misma de la vacilación, incluso en lo jurídico. Luego, las cariñosas frases del abogado “querellante” del Ministerio del Interior fueron un verdadero poema: «el señor Llaitul es un líder, mucho más que un guerrero. Podemos empatizar en algunos aspectos con su causa, referida a la reivindicación territorial…etc.”

Luego, sobrevino la renuncia de la Ministra de Desarrollo Social, quien pagó el pato de la boda al develarse su intento de comunicación con el “líder” Llaitul en mayo. Aunque no haya recibido órdenes directas, ella estaba siendo con sus acciones la expresión concreta de la pulsión octubrista de su Presidente, el mismo que poco tiempo atrás, como Diputado, defendía a los “presos políticos” del estallido y del Wallmapu.

No contentos con estas vacilaciones octubristas, el alcalde Sharp en Valparaíso cerró su campaña con actos de una procacidad que prefiero no relatar aquí. A pesar de que muchos «Apruebistas» rechazaron este evento, la verdad es que durante el estallido se repitieron escenas similares en muchas partes.

Respecto al Plebiscito, solo queda mantener la calma y esperar que la borrasca se tranquilice después del 4, pues sigo convencido de que ganara el Rechazo. En esto no me baso sólo en las encuestas, que porfiadamente han seguido mostrando una distancia entre 8 y 15 puntos. Mi oráculo electoral se basa principalmente en los resultados de la primera vuelta de la elección presidencial, una confrontación política de similar orden de magnitud.

Los candidatos de Derecha obtuvieron un 41%, y Parisi (Partido de la Gente) un 13%. Este Partido – que los demás suelen despreciar y desconocer – hizo una encuesta interna, y sus votantes se inclinaron en un 90% por el Rechazo (R). Tan solo con estos dos elementos, ya bordeamos el 50% o tal vez más, pues los ciudadanos de derecha se volcarán a las urnas aún más masivamente que en la 2a vuelta (44%) por el temor a este texto constitucional.

Hay tres ingredientes adicionales en la sopa electoral. En primer lugar, los votantes de Centro Izquierda (me incluyo). A juzgar por las declaraciones recientes de ex Presidentes, ex Ministros y Parlamentarios, es muy posible que un tercio de estos votantes se inclinen por R. Eso agrega cerca de un 5%. Ya vamos en 55%. Además, hay 350 mil agricultores espantados, muchos de los cuales no solían votar. Irán a las urnas en masa, con sus familias. Será otro 3-4%.

Finalmente, la encuesta CEP a mapuches mostró un resultado bastante predecible: más del 70% NO está de acuerdo con la plurinacionalidad, lo cual le agrega potencialmente otros posibles 700 mil votos a R, de aquellos que generalmente no votaban, es decir otro 3 o 4%. Por todo esto, los cálculos de su seguro servidor bordean el 60% para el Rechazo. Estoy dispuesto a hacer y he hecho apuestas de que no será menos del 55%. En suma, creo que el gobierno de Boric, que se comprometió de manera bastante suicida con el Apruebo desde el primer día (el virus octubrista es poderoso y contagioso), sufrirá un golpe político durísimo. Lo mismo ocurrirá con las dirigencias de los partidos de la ex Concertación, que probablemente deberán en este caso renunciar y llamar a nuevas elecciones internas.

A Boric – no así a su coalición, Apruebo Dignidad – se le abre, paradójicamente, una enorme ventana de oportunidad histórica (me carga el abuso de esta palabra, pero aquí corresponde): si retoma su discurso de la noche de la primera vuelta, en que pareció entender el mensaje del electorado… si además corta sus lazos de manera definitiva con el octubrismo, podría nombrar un gabinete en que impere la moderación, de corte nítidamente social demócrata. Podría también presidir y apoyar el proceso para redactar una buena y nueva constitución, de acuerdo a las decisiones que tome el Congreso. ¿Qué mejor que terminar su período con un país rumbo a una social democracia moderna, con una Constitución que sea un ejemplo internacional?

Para ello, en lo político, debería en primer lugar sacar a Izkia Siches del Ministerio del Interior, donde Carola Tohá u otro centro izquierdista de fuste pudiera armonizar un renovado gabinete, y de paso actuar con todo el peso de la ley y de las fuerzas del orden en la macrozona Sur, en el norte, y en el combate a la delincuencia. Las imágenes de la tía Pikachu, la machi, los Atria, Stingo y Barraza, se irían desvaneciendo en un tibio olvido, aunque los más porfiados escribirán algún libro épico describiendo las causas de su derrota por culpa de los pinochetistas aliados con el voraz empresariado. El PC se retiraría a sus cuarteles, esperando pacientemente una nueva oportunidad para implantar en Chile el socialismo del siglo XIX.

Si, en caso contrario, Boric sigue prestándole oreja al PC y al Frente Amplio, si persiste en la tóxica y octubrista ambigüedad respecto al terrorismo y la violencia, si sólo hace cambios cosméticos en el gabinete, lo que resta de su período presidencial transcurrirá sin pena ni gloria, con sus índices de popularidad tan o más bajos de lo que están hoy.

Usted, ¿qué opina? ¿Tengo trizada la bola de cristal o estoy cerca de lo posible?