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Sergio: ¿Qué ocurre hoy en Chile en términos políticos y constitucionales?

Estoy esperanzado en que, después del resultado del plebiscito, con un rechazo que fue tan categórico, se opte por un ambiente de mayor moderación, y así podamos llegar a un acuerdo por una nueva Constitución, que es el pacto político fundamental de una nación. Ahora, efectivamente es preocupante la eventual polarización de los planteamientos dentro del Consejo Constitucional, y eso sería un desastre para el país. Yo espero que con las elecciones de los consejeros y consejeras prime la cordura, ojalá que los chilenos elijan gente con una gran vocación de diálogo.

Tengo un temor, y es que la gente no vaya a votar o que vayan muy pocos. ¿Qué le dirías a los chilenos en cuanto a si van a ir o no?

Leo las encuestas de opinión pública y pareciera ser que el porcentaje de votación no sería bajo, pero claro, también veo una opinión pública desinformada y desinteresada. El debate constitucional esta vez es completamente de nicho. Mucha gente está cansada del conflicto en torno a una nueva constitución y eso se podría expresar en abstención o en votos nulos, no lo sabemos. Lo que yo sí sé es que, entre menos gente vaya a votar, es más probable que se elijan candidatos o candidatas de los extremos, y si eso ocurre vamos a tener un país que no va a ser capaz de darse una nueva Constitución, la que requiere un alto quorum dentro del Consejo y un apoyo masivo en el plebiscito siguiente. La violencia que nos golpeó tan fuerte desde el 17 de octubre del 2019 en la noche no puede terminar en un dolor inútil. Yo les diría: ¡chilenos, vayan a votar!

Por otra parte, estamos hablando de un derecho de votar que mucho nos costó reconquistar y que también es un deber. Yo no podría aspirar a vivir en un estado que, por ejemplo, ofrece derechos económicos, sociales y culturales, pero en que nadie esté dispuesto a pagar impuestos. Quiero vivir en un medio ambiente libre de contaminación, que cuidemos los parques nacionales, que tengamos un Estado transparente, y cumplamos con el deber de denunciar al funcionario público venal. En suma, el estado de derecho, para que haya democracia, va acompañado con un listado de deberes, y el deber cívico básico y elemental es votar, expresar la opinión propia y tomar parte en las grandes decisiones que afectarán a todos los habitantes de Chile.

El mayor temor que tengo no es que la Convención se elija por pocos votos o que, por baja votación, se polarice y sea rechazada. Mi principal temor no es que sea rechazada, sino que sea una Constitución aprobada por 51/49 o 52/48, y que sigamos con el país polarizado por este tema décadas.

Como dice el tío Sam, a usted lo necesito, vaya a votar por quien quiera, pero vaya a votar. Mira el siguiente supuesto: como hay un ambiente negativo para la política en general y hay un cansancio en el proceso constituyente, creo yo que eso va a ser un poderoso incentivo para que los expertos y constituyentes se pongan de acuerdo, porque solo en la medida que haya un gran acuerdo de la convención, hay alguna chance de que se apruebe una Constitución con una amplia mayoría. No nos olvidemos que la Constitución es la ley fundamental, tiene que ser el acuerdo básico común de un país. La constitución norteamericana no se discute en términos de su legitimidad; en cambio la revolución francesa colapsó, pues fueron incapaces de darse una constitución que perdurara en el tiempo.  América Latina no va a salir del atolladero si no logramos un acuerdo institucional legítimo y eficaz acerca de cómo resolvemos nuestros conflictos, qué derechos sociales garantizamos, cómo se distribuye el poder, como se respeta la propiedad y se hacen cumplir los contratos. Sin esto no hay desarrollo posible.

¿Qué mensajes fundamentales te gustaría darles a los chilenos, de carácter cívico, moral y ético?

Tuve el privilegio de que me invitaran a la Facultad de Derecho de la Universidad del Desarrollo a hacer la clase magistral, y me pidieron que hablara del amor por la patria y del sentido de la vida. Lo que quiero transmitir es que…  hay que jugársela por Chile. Este país es bellísimo, increíble, con una cultura que hace posible que una campesina del Elqui termine de Premio Nobel o que un hijo de obrero ferroviario sea reconocido como uno de los grandes poetas del siglo veinte.

¿Qué decir de la bellísima y diversa naturaleza de la que formamos parte? Cuidemos la cultura chilena, la geografía chilena, pero también nuestra historia. Hemos vivido momentos dramáticos, pero yo siempre le reclamo a mis alumnos que, frente a todas las cosas negativas de nuestra historia, que son muchas, deben recordar que Chile tuvo una República antes que Alemania, Francia, Italia y España. Cuando se nos vino abajo en una guerra civil en 1891, nos levantamos y volvimos a empezar.  El año 1965 estábamos entre las tres democracias más desarrolladas del mundo y luego se nos vino abajo, pues cometimos errores atroces todos, pero ya el 2018 estábamos también como la democracia más desarrollada del continente, con un Estado probo y con el ingreso más alto de América Latina y el Caribe.

Entonces, es cierto que la redemocratización fue imperfecta y que hoy lo estamos pasando mal, pero siempre hemos salido adelante. Los chilenos podemos hacer grandes cosas juntos cuando nos lo proponemos. Este es mi mensaje. Podríamos aspirar a ser el primer país desarrollado de Hispanoamérica. ¿Por qué no le podríamos dar este mensaje de esperanza a cientos de millones de hispanoamericanos que viven en democracias débiles o dictaduras, en la pobreza extrema y la desigualdad? Pero para eso necesitamos una mucho mejor política, que supone la capacidad de llegar a un acuerdo constitucional, y de ahí para adelante nos largamos con todo.

Es emocionante lo que tú me estás diciendo y lo digo muy en serio, pero déjame ponerte un matiz de duda. Quisiera que tú focalizaras ahora tu mensaje en los estudiantes de educación superior. Yo ya no hago clases, pero muchos amigos me cuentan qué es terrible, que los estudiantes no están ni ahí, que no “pescan” a los profesores, que no les interesa en lo absoluto aprender, están puro mirando el celular en clase.

Hay mucho estudiante que no está ni ahí, como se decía en los noventa del siglo pasado. Lo que pasa es que, para las generaciones anteriores, lo colectivo primaba sobre lo individual, y lo local sobre lo global; no es retórica el decir que generaciones políticas enteras, en los sesenta, setenta y ochenta, estaban dispuestas a morir por la religión, la patria o la revolución. Las generaciones anteriores estaban completamente volcadas hacia afuera, hacia lo trascendente en el sentido religioso y no religioso, es decir, creían que había algo o alguien externo a cada uno de nosotros, pero que era superior a nosotros

¿Qué pasa con las actuales generaciones, que son los hijos de la individuación? Son sus derechos individuales, sus libertades personales, su autonomía personal, su derecho a la intimidad, su derecho a la auto perfección.  Son la generación de la individuación, lo que también tiene un aspecto muy bello pues privilegian una espiritualidad de estar en paz, su desarrollo personal, sus amigos, su familia, su trabajo. Entonces, mirando retrospectivamente, diría sí hay cosas muy bellas en esta individuación, pero lo triste es que uno los ve al final con un sentido de la vida muy disminuido, muy centrado en sí mismos.

Pero atención, hago clases en una Escuela de Gobierno de la Chile, en la escuela de Economía, en un máster de Ciencia Política y creo que entre los estudiantes hay un tercio a quien que tú le puedes tocar el corazón y ellos te lo tocan a ti, que tienen ideales y esa vocación de trascendencia para hacer algo grande con sus vidas. Hay otro tercio de alumnos que van a clases, que toman apuntes y que quieren aprobar con una racionalidad un poco instrumental.

En el otro tercio, se da lo que tú me describes, que se sientan al final de la sala, con sus celulares y tablets, aparentando estar ahí, pero sin estarlo. Me puedo estar engañando, pero creo que veo estos tres tercios. En cada generación varían los porcentajes. Por ejemplo, en los años 60 la individuación era mal vista en Estados Unidos, pero después, los años 80 fueron tumultuosos. Cambian los tiempos y los porcentajes de compromiso con lo público y lo privado, pero nosotros tenemos que apostar por la esperanza y los profesores no tenemos derecho a bajar la guardia.

 ¿Tienes algún mensaje final que darle a los Amarillos?

Hay una primera reflexión, y es que nacimos por una necesidad política. El rol que jugamos fue central, ya que supimos canalizar una demanda del mundo de la centroderecha, la centroizquierda, y la socialdemocracia también, que no estaban de acuerdo con el proyecto constitucional, pero que recelaban de la derecha. Unas 75 mil personas se inscribieron en Amarillos, pero cuando se les pidió que entraran a militar en nuestro partido político, la cosa cambió, y de ahí que el mensaje para los Amarillos es que tenemos que enfrentar eso. Tenemos que ver cómo sintonizamos con esas 75 mil personas que nos entendieron clarísimo para el plebiscito, pero que juzgan a los partidos como movimientos que viven peleando por el poder político, el control de Estado. Ahora debemos ver si Amarillos supera esto y transforma en una fuerza político partidista donde confluyan el humanismo cristiano, el liberalismo social y la socialdemocracia. Creo que tenemos un gran proyecto democrático reformista que es indispensable que se fortalezca y expanda a nivel nacional, para consolidar una democracia estable. Algunos llaman esto “el centro”, pues busca los acuerdos entre clases sociales y fuerzas políticas, rechazando a los extremos; pero se trata de un centro programático, es decir, con una identidad clara, con un programa de gobierno en torno al cual busquemos grandes consensos nacionales con aquellos que estemos de acuerdo.

 

 

5 Comments

  • Nano abarca dice:

    Como siempre Sergio habla con mayúscula y despierta las fibras de una mente atenta a la esperanza con sudor en la frente. Una gran esperanza nos alienta…

  • Tomás Morán Bravo dice:

    Gracias Mario y Sergio.

  • Tomás Morán Bravo dice:

    Hay que colaborar.

  • Mario dice:

    Las personas de definen por sus acciones, no por sus dichos ni sus pensamientos. Las acciones de la gran mayoría de los chilenos no coinciden con ser de izquierda. La izquierda es un mero pensamiento y un discurso. Entonces que pasa.. Que las personas de izquierda prácticamente no existen. Lo que existen son electores que dan su voto a politicos de izquierda que nada tienen que ver con ellos y majaderamente lo seguirán haciendo. En el mismo sentido, la izquierda se identificó con la violencia, pero la gente no es violenta. Nuevamente las acciones de las personas no coinciden con la izquierda. Lo que le queda a la izquierda es seguir con el discurso añejo anti Pinocho, pero cada día funciona menos ese método. Lo que le pasa a Chile es bueno Aunque mucha gente no se de cuenta al final sus vidas se van a proteger. Es como cuando alguien dice que es ateo, pero al final igual pertenece a una tradición occidental basada en valores judeo cristianos que lo que marca su vida y es más fuerte, profundo y seguro que cualquier discurso progresista. La mayoría ya se dio cuenta, aunque no sabe bien por que. Pero da lo mismo. Y no olvidar que no ser de izquierda no quiere decir ser de derecha.

  • Miguel dice:

    Lo MÁS importante será el plebiscito de salida. Tendrá que decir algo como:

    (-) Prefiero la nueva Constitución del Consejo Constitucional

    (-) Prefiero mantener la actual Constitución de 1980 en la versión vigente.

    TAL CUAL. Y se acabó el proceso, o si o si.


    Si en cambio otra vez más preguntan
    (-) Apruebo
    (-) Rechazo,
    y gana de nuevo el Rechazo – qué?
    Otra ronda?
    Otro 18O?
    Huelga general contra la casta?

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