(Nota precautoria. Si al lector no le gusta la jerga legalista, debe abstenerse por hoy. No hay manera de discutir este tema sin utilizarla… pero el tema es muy importante. Apechugue, jaja). 😁
Nadie duda de que los pueblos originarios, particularmente mapuche y aymará (los dos más grandes por muy lejos, 10.2% y 0.9% de los chilenos) han sido maltratados por el Estado desde la creación de la República. En ese sentido, sería un extraordinario avance si la plurinacionalidad en la nueva Constitución se concibiera como un reconocimiento formal de los mismos, y normas tales como:
- escaños reservados en el Congreso y Asambleas Regionales, pero de manera proporcional a su número de habitantes electores y no como se ha definido hasta ahora, en que no operará el principio de «un chileno un voto».
- enseñanza intercultural y bilingüe obligatoria en cualquier comuna con más de, digamos, 50% de población de esas etnias,
- la existencia de territorios indígenas con cierto grado de autonomía en comunas con esa proporción de habitantes o más,
- que en su interior pueda haber una justicia local cuando se trate de asuntos internos que no tengan una componente penal, sujeta a la Corte Suprema, y con todo el peso de la ley para cualquier tipo de delitos penales en sus territorios.
- que haya un programa masivo de compra y restitución de tierras,
- con un acuerdo de largo plazo con las empresas forestales de los territorios, destinando un porcentaje de la utilidad a las comunidades locales y asegurando a la vez la sustentabilidad ecológica.
De establecerse estas normas en la Constitución y/o las leyes posteriores, Chile habría dado un paso importante para zanjar de una vez esta espina clavada en nuestra historia. Pero, lamentablemente, la plurinacionalidad NO se ha planteado de esta manera, a mi juicio razonable y moderada. José Rodríguez Elizondo, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2021, lo ha escrito así:
“Con su compleja configuración geopolítica y su tejido de tratados de límites, Chile dejaría de ser un Estado-nación unitario. En su reemplazo surgiría un Estado de endo-naciones, con derecho a la autodeterminación y poderes, presupuestos, justicia, territorios y “maritorio” propios. Cualquier experto sabe que esto disminuiría el potencial de nuestro país, ante sus vecinos y el mundo, a expensas de quienes podrían generar políticas separatistas.
Aunque tal vez ese sea un caso extremo, de un desmembramiento territorial que la propia nueva Constitución impide, es indudable que los grados extremos de autonomía política, financiera y administrativa que le han definido a esos territorios (y por cierto a todas las comunas pero eso es otro serio problema) generaría esta constelación de “endo-naciones”, como él ha planteado, y cuyos efectos de largo plazo en los territorios colindantes con Bolivia y Argentina son, por decir lo menos, imprevisibles. Mal que mal, ese fue un planteamiento concreto de Evo Morales hace no tanto tiempo atrás.
No sería solo una por cada una de once etnias, sino que en el caso mapuche o aymará podrán ser numerosos territorios desconectados unos de otros salvo, claro está, que… las leyes que definan esos territorios sean “indigenistas” y que los mapuches terminen con un Wallmapu entre la costa y la cordillera, cortando a Chile en dos, y los aymará con un buen pedazo del norte de Chile en frontera con Bolivia. Hoy, el crucial asunto de los criterios para establecer un territorio está en el limbo.
El acuerdo del Pleno de ayer, 27 de abril, estableció: “Las Autonomías Territoriales Indígenas (ATI) son entidades territoriales dotadas de personalidad jurídica de derecho público y patrimonio propio, donde los pueblos y naciones indígenas ejercen derechos de autonomía, en coordinación con las demás entidades territoriales que integran el Estado Regional de conformidad a la Constitución y la Ley. Es deber del Estado reconocer, promover y garantizar las ATI, para el cumplimiento de sus propios fines”.
El mismo 27 de abril comenzaron las controversias, entre constitucionalistas que la consideran ambigua y deficiente, conducente a nuevos Temucuicui, y académicos que tratan de calmar los ánimos, diciendo que la “coordinación con otras entidades territoriales, y lo que defina la ley, debiera zanjar esto”.
Pongamos por ejemplo que en la ATI de Temucuicui, u otra similar, las autoridades indígenas dictaminaran que es deber del Estado mantener las escuelas públicas, pero que el único idioma válido de enseñanza será el mapudungún. ¿Podría ocurrir? Si. ¿Catastrofista? Tal vez sí tal vez no. En un ambiente de reivindicación y conflicto, como el que existe hoy, claro que puede ser… salvo que la ley que materialice todo esto lo prohíba expresamente. Eso hoy nadie lo sabe.
Pero, aquí viene la primera guinda de la torta, ya que los eventuales problemas de la plurinacionalidad deben ser vistos con una óptica sistémica. Lo peor de todo NO sería lo que he citado anteriormente, sino el lamentable diseño del Sistema Político. No sólo no habrá un Senado con los dientes suficientes para parar insensateces en las leyes, sino que… sino que… se terminan las leyes de quorum calificado para cualquier tipo de ley salvo la propia Constitución.
Entonces… si un día de mucho frío hay poca asistencia a la Cámara de Diputados y Diputadas, y se conforma una cierta mayoría pro-indigenista de 22 votos contra 21 en favor de que, por una ley simple, en los territorios indígenas se enseñe únicamente el idioma del pueblo originario, este escenario SÍ podría ocurrir.
También podría ocurrir perfectamente que ese día, en el entusiasmo del momento, se legisle que bastará con que una comuna tenga sólo un 25% de población indígena para que esta se convierta en ATI. Entonces, tendríamos un Wallmapu desde la costa hasta la frontera con Argentina. A partir de ese momento quedarían en vilo casi todas las inversiones mineras, forestales y energéticas del país. ¿Catastrofista? Tal vez sí tal vez no. En la plurinacionalidad, como en otros temas (p. ej. en las expropiaciones o los derechos de agua), hay demasiado espacio abierto a las catástrofes posteriores, lo cual puede convertir a Chile en zona de conflicto por muchos años.
Finalmente, la segunda guinda (esta es una torta con dos guindas). En otra Comisión, la de Sistemas de Justicia (no ha sido aprobada en Pleno aun, para ser claros, pero se nota la “intencionalidad sistémica”) se señaló ayer mismo que las reformas de esta Constitución (no así las leyes normales) SI deben tener, no solo quorum calificado, sino que además deben ser plebiscitadas. Se pondría así un “candado” a la nueva Constitución, mucho peor del que Jaime Guzmán hubiera definido en sus sueños de opio, y que nunca estuvo en su Constitución “de los cuatro generales”.
Perdón por tanta monserga jurídica (de un ingeniero para que al tiro me inhabiliten de opinar) pero la suma de todos los problemas mencionados indican, en mi muy personal opinión, que la respuesta a la pregunta de esta columna es que la Plurinacionalidad que se está definiendo en el festivo ambiente radicalizado y polarizado de la Convención es no solo negativa sino que nefasta.
Estimado Mario.
Con los constituyentes actuales y el escaso tiempo que resta no veo una salida a esta situación. Para mí es necesario cortar por lo sano y tomar la opción del rechazo. Luego ir realizando modificación a la actual constitución en forma paulatina.
Estamos en un momento de un imaginario de un grupo reducido que no se ajusta a la realidad. Es algo a destiempo.
Creo necesario trabajar por el rechazo.
Estimados José y Mario,
Da la impresión que ambos están sumidos en un estado de pesimismo puro. Como ingeniero, al igual que Mario, debemos ponernos en el caso más probable para evaluar una decisión, y considerar los escenarios optimistas y pesimistas en sus pros y contras. En el análisis se indica que «los grados extremos de autonomía… generaría esta constelación de “endo-naciones… cuyos efectos de largo plazo son, por decir lo menos, imprevisibles». Es claro que predecir el futuro es imposible, pero en los párrafos siguientes se comenta que podría incluso «dividirse al país en dos». Sin embargo se reconoce muy brevemente, que esto será definido por la ley.
El supuesto de base, y por eso este análisis es extremadamente pesimista en mi opinión, es que se generarán pésimas leyes que regulen esto en menos de 1 día, en el que tiene que darse la coincidencia que haya mayoría de diputados del F.A. e izquierda dura. ¿Es eso probable? No. ¿Es ´posible que pase? Si, también lo es que tengamos 2 terremotos de grado 8 o superior en un día, pero es extremadamente improbable.
No se considera en el análisis además que, si llegaran a generarse estas leyes en 1 día -en que no llego nadie más que la gente de izquierda dura a sesión- tenemos una herramienta que nunca antes había existido, y es que con el patrocinio del 5% de ciudadanos del padrón se puede hacer un plebiscito y derogar esas leyes malas. Si son así de nefastas estaremos de acuerdo que será fácil reunir al 5% de ciudadanos que patrocinen, y luego la mayoría para derogar las leyes.
Por otro lado, y entro acá en el escenario más probable, ya está claro que, para muchos temas (partiendo por la bicameralidad asimétrica) va a haber acuerdo de reforma el día mismo que se promulgue la nueva constitución, como lo dejó entrever acá el PPD (no me cabe duda que será mucho más de lo que se nombra en el artículo):
https://www.latercera.com/politica/noticia/comision-politica-del-ppd-presenta-documento-con-propuestas-de-reformas-a-la-nueva-constitucion-nuestra-postura-es-aprobar-y-mejorar/P7LSEJEMYRH23DULGM6DMMEDYU/
Algunos personeros del PS también han reconocido que no están de acuerdo con varios puntos de la nueva constitución. Entonces el escenario más probable es que saliendo la nueva constitución, haya un proceso reformista express, en el que con una mayoría desde el PS hasta la derecha dura, muchos de los temas que hoy preocupan a Mario serán modificados y resueltos. En caso que alguna de esas reformas atente contra nosotros, tendremos la herramienta para derogar esa ley, y así evitar que el poder político aumente sus privilegios/poderes o disminuya sus controles.
Luego de ese proceso, un parlamento en el que la izquierda dura es minoría absoluta, deberá desarrollar las leyes que «bajen» la nueva constitución por los próximos 4 años, en donde me parece evidente, las visiones extremas no tendrán cabida
En todo este proceso gente como Mario y otros referentes valiosos de nuestro país que tienen presencia mediática, serán claves para articular a la población a vetar lo que corresponda, evitando malas reformas y malas leyes, y llevándonos a un escenario jurídico estable y mejor al actual. No veo ninguna posibilidad que un proceso de ese estilo ocurra en caso de rechazo con la constitución actual, porque no hay un acuerdo amplio para realizar dichos cambios.
Dado lo anterior, me parece hoy una mala idea rechazar, y una buena idea aprobar y trabajar para mejorar el país.
PD: Hago mención especial al comentario de Carlos Méndez acá mismo, que pone en su justa dimensión el término plurinacionalidad, pues parece asustar a muchos en forma poco sensata, dada la experiencia internacional.
Estimado Mario, muchas gracias por el analisis. Siempre lúcido. El Rechazo no es el Rechazo al cambio sino a la insensatez. Creo que los amarillos y los sensatos deberían crear una ola de reflexión, cuestionamiento y decisión. Un «Call to Action» a la sensatez, como le llamaríamos los marketeros.
Mario, son muy importantes tus columnas, y tambien es importante que contengan «jerga legalista», un profesor como tu porsupuesto que tiene el deber de educar, agradezco tu columna, continúa escribiendolas, con mas frecuencia. En este momento decla historia nada es mas importante para nuestro pais que se imponga la cordura y la sensatez, el movimiento que lideras, junto a otros, y del que mecsiento parte, será decisivo para retomar el camino al desarrollo. Necesitamos ser mas inclusivos con los pueblos originarios, SI, nececitamos reducir las desigualdades y generar una sociedad mas equitativa, SI, son desafios que la sociedad, colaborativamente, puede resolver, no necesitamos una nueva constitución, y menos la que se está feaguando, necesitamos mas sinceridad y menos «tejado de vidrio», podemos lograrlo y lo heremos.
Excelente análisis . Creo que ya no basta con ser “amarillo”; es tiempo de tomar de una vez por todas“ el toro por por las astas” y unirse en un rechazo contundente a las locuras y sandeces de está Constituyente y trabajar en una nueva alternativa más democrática y con más sentido común .
Muy buen análisis Definitivamente no queda espacio para aprobar este engendro. Lastima. Era una oportunidad.
Mario, gracias por este contundente y alarmante análisis. Y por muchos otros anteriores – y los que vendrán con seguridad – acerca del abismo social y político al cual nos acercamos con rapidez. ¿Cómo evitar la caída en él? Tu labor de esclarecimiento sensato y reflexión «ingenieril» ayudan mucho, tenemos que difundirla todos (y todas…..como dicta la moda) aunque sea uno(a) a uno(a). Fuerza…..aún tenemos patria, ciudadanos!
ESTIMADO.- Iba a hacer un comentario de la experiencia que tenemos – más de un millón de chilenas y chilenos que residimos en el exterior – sobre la plurinacionalidad e interculturalidad y que no tiene nada de traumático. Como ello no iba a ser considerado por venir de un forastero chileno, elegí este otro enviado como carta a El Mercurio que le da más categoría para la lectura de la progresía.
Interculturalidad y plurinacionalidad
30 abril, 2022
Sebastián Edwards (20 de abril) pregunta cuál es el significado de los conceptos “intercultural” y “plurinacional”. Se entiende por “interculturalidad” el conjunto de las relaciones e interacciones entre culturas diferentes que conviven en un mismo país. Nace de encuentros o confrontaciones que dan origen a intercambios recíprocos que llevan al mestizaje cultural, y está fundada en el diálogo, el respeto mutuo y la preocupación por preservar la identidad cultural de cada cual, porque ello enriquece al conjunto de la sociedad.
Por su parte, la plurinacionalidad es una herramienta política que ayuda a evitar la división de una sociedad en diversos estados. Por plurinacionalidad no se entiende la construcción de un Estado dentro de otro Estado, sino el reconocimiento de la existencia de diversas naciones originarias y su cultura dentro de un mismo país, como parte de la convivencia e identidad histórica propia de él. Ello alcanza diversos grados, desde algo más bien simbólico, como escaños reservados en el Parlamento, tal es el caso de Bolivia, Ecuador, Uganda, Australia y Nueva Zelandia (desde 1867), a Parlamento separado para sus asuntos internos, como es el caso de los sami en los países escandinavos. Reconociendo la realidad del país, el Estado autonómico español avanza paso a paso hacia un Estado federal de carácter plurinacional e intercultural.
En países como Suiza, Francia, Italia, por citar algunos, la interculturalidad y plurinacionalidad son de tal manera aceptada por todos, que sería ocioso reconocerla en la Constitución. El problema surge cuando la diversidad es negada llevando incluso al etnocidio, vale decir, a la destrucción de la cultura y la identidad de una etnia por otra, mediante la violencia o el poder suave. (El Mercurio Cartas)
Jorge Schaerer Contreras
http://www.nuevopoder.cl/interculturalidad-y-plurinacionalidad/
Querido Mario
Tu analisis impecable,aclaras en lenguaje que todos entendemos,hechos complicados,lo que me parece peor de todo es la farra que se dieron con las ilusiones de los que pensamos que era la salida a la tremenda crisis que se estaba viviendo,mil gracias por ayudarnos a salir de la caja…..
Judith Terc