(Mi carta en El Mercurio de hoy, septiembre 19, 2024)
Sr. Director: A estas alturas, no cabe duda alguna de que el crecimiento económico, de la productividad y el empleo en Chile está fuertemente trabado por la así llamada «permisología» y que, dentro de esta maraña, el Consejo de Monumentos Nacionales representa una traba de gran envergadura. Resulta entonces esclarecedor visitar su sitio web y conocer someramente a sus 23 integrantes, de quienes no dudo en cuanto a su calidad profesional intrínseca, pero que en el conjunto de su composición representan un sesgo inevitable a lo que se podría llamar «patrimonialismo acrítico».
La Ley 17.288 fija de manera nítida a sus integrantes como representantes de otras entidades: su Presidenta es la Subsecretaria del Patrimonio, cuyo origen profesional es hoy de licenciada en lingüística; su Vicepresidenta es la Directora del Servicio Nacional del Patrimonio, hoy siendo una profesora de educación básica; luego, los Conservadores de cuatro Museos Nacionales; 14 representantes de diversas entidades públicas y ONG ligadas a la arquitectura o arqueología, incluyendo además – como dice la Ley – «un escultor que represente a la Sociedad Nacional de Bellas Artes y a la Asociación de Pintores y Escultores de Chile», un ente de conmemoración histórica, más la Sociedad de Escritores; más un paleontólogo, más un experto en restauración de monumentos, y un Coronel de Ejército.
Ningún representante del sector privado, ni del Ministerio de Economía, ni de Facultades de Ingeniería o de Economía… en suma, nadie que tenga en su mira el desarrollo de la inversión en el país y que pueda contrapesar algunas decisiones tan absurdas como las que vemos a menudo en los medios, que implican detener o ralentizar inversiones de cientos o incluso miles de millones de dólares.
Reitero: doy por sentada la calidad profesional de sus actuales integrantes. También doy por sentada la necesidad de conservar el patrimonio cultural del país. Sin embargo, es un Consejo que por ley está absolutamente desequilibrado en cuanto a la necesidad de contrapesar la conservación del patrimonio con la racionalidad económica y el crecimiento del país. Se asoma un cierto parecido con la tragedia griega de Prometeo Encadenado, sometido al castigo perpetuo de los dioses… de la burocracia.
Si queremos volver a crecer, hay que comenzar por la prosaica modificación de la Ley 17.288
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Post Data: a raíz de un reportaje en El Mercurio que describe las bodegas de los museos repletas de cacharros irreconocibles, alfarería quebrada, y trozos de huesos encontrados en las obras detenidas por el Consejo, sale un comentario irónico que me dio entre risa y pena: «Si siguen parando obras por cualquier cacharro, en mil años más, cuando excaven, van a encontrar chilenos muertos de hambre!!»
Muy oportuno Mario, pones el dedo en la paralizante (de la economía, del desarrollo, de la creación de empleos, …etc., etc) llaga de la PERMISOLOGIA..!!
Es lo que se definía como » una Locomotora manejada por un Niño». La permisología es despreciable en comparación a la falta absoluta de confianza de los posibles inversionistas.
Es entre penoso y vergonzoso observar la capacidad de gestión de las autoridades. Pareciera que es toda una estrategia y si así fuera , el panorama general es muy oscuro.
Hoy se ve complementada tu carta con otra aberracion burocratica en la Carretera Puerto Nuevo a Futrono en Lago Ranco más un muy interesante artículo sobre las empresas de ingeniería que están desarrollando los millonarios contratos ligados a estos EIA etc. ¿Habrá próximamente un periodista que dilucide de que tendencia política son los propietarios de estas empresas? Un muy cordial abrazo coleguita..!
Una muestra mas de los disparates en la admimistracion publica. Todo lo que describes es imposible que tenga un buen resultado y vemos impavidos el poder nefasto de organizaciones como estas.
Se nota que estamos dirigidos por un canasta dé ineptitud y burocracia solo sabe de frenar todo y no crear desarrollo
Interesante carta y comentarios, pero la pregunta es como dialoga la inversión y desarrollo de una sociedad de una economía muy abierta, en contraposición a la esperanza de conservar nuestro patrimonio que data desde 500 años de origen promedio?; Solo considerando el patrimonio material, no así el natural como por ejemplo la intervención desmedida en las dunas en Concón donde se construyeron torres inmobiliarias sin el respeto por el patrimonio natural (si fuese esa su condición)….. Está bien invertir, pero cuando, donde y como se desarrolla esa inversión; Hay que lograr esos equiibrios en la mesa de tomas de desiciones, pero con criterios no solo inversionistas, sino que considere el valor de lo patrimonial, que es lo que se debería resguardar, para fururas generaciones.
Precisamente, lo que estoy planteando es que exista algun mecanismo que permita contrapesar razonablemente la protección del patrimonio con el crecimiento y la inversión.
Así como no hay economistas o ingenieros en el consejo de monumentos, hay otros espacios donde solo hay ingenieros comerciales. El consejo de monumentos ha sido el único contrapeso contra mucha aberración creada en pro del «progreso».
Definitivamente tiene que haber una mejor forma de negociar y hacer «compromisos». Pero si se quiere «balancear» el consejo, se tienen que balancear muchos otros espacios también.
Penoso. Lo peor es la irresponsabilidad de este Consejo, ya que ordena detener obras y si después resulta que lo encontrado no tenía ningún mérito arqueológico o cultural, nadie responde por nada y por el tremendo perjuicio del tiempo y recursos perdidos por estas demoras y sobrecostos injustificados.