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Historia #1

Por ahí del 2005, me tocó ir a un seminario realizado en la bella Cartagena de Indias, en la costa caribe de Colombia. En el avión de vuelta a Bogotá se atrasó el vuelo un par de horas y los cinco que lo esperábamos compramos un periódico para pasar el tiempo. El titular a ocho columnas era algo así como: “Grave atentado de los carteles deja cinco muertos y veinte heridos”.

Con eso comenzó la conversación, y al poco rato un señor sentado a mis espaldas me dijo: “¿ustedes de veras quieren saber lo que pasa en Colombia?”. “Claro, por supuesto, véngase a conversar acá con nosotros”. Se paró este caballero, de ropa más bien modesta, y que rezumaba carisma por los cuatro costados. “Mucho gusto, soy XXX  (no recuerdo más), y soy el alcalde de la comunidad de Santa XXX, a 30 minutos en burro de la ciudad de Bucaramanga”

Prosiguió: “Somos una comunidad básicamente agrícola, de ocho mil habitantes. Vean ustedes, en esos terrenos se da básicamente el frijol y el raspe, o sea la hoja de coca” “A los precios actuales, una hectárea rinde mil dólares de frijol, y cinco mil dólares de raspe. Ustedes ¿qué harían? Además, para vender el frijol hay que llevarlo en burro a Bucaramanga, en cambio les retiran la coquita en su domicilio” (Los narcos habían inventado el delivery hace mucho tiempo)

Siguió con la ducha de información. “Fíjense además que mil dólares de coca en nuestros terrenos valen 5 mil en Bucaramanga, 10 mil en Bogotá, y 100 mil en Nueva York. Como ven, no somos nosotros los que nos quedamos con el dinero mayor”. “Aun así, con estos dineros los habitantes de Santa XXX llevan un muy buen pasar. Tenemos un nuevo consultorio médico, dos buenas escuelitas, alcantarillado, buenas calles.”

¿Cómo así?, pregunto un viajero. “Ahh, fácil. El gobierno nos da una miseria, 6 dólares por habitante al año, y con eso se supone que yo debo proveerles todos estos servicios, lo cual es imposible. Entonces, los vecinos acordaron una especie de impuesto local. Me dan voluntariamente un 10% de sus ventas de coca, y con eso yo financio muy bien todos estos gastos. Además, no me mando solo. Ellos hacen una asamblea mensual en el municipio, y deciden en qué quieren que yo gaste sus dineritos”

¡Wooow, democracia tributaria total! dijo alguien. “Así es. Lo único que me tienen prohibido es construir buenos caminos afuera del pueblo” ¿Cóoomo? “Claro pues, no ve que así nos llegaría la policía o los parakos (paramilitares). Si tontos no son, pues”. Ya a estas alturas estábamos hipnotizados por este personaje, que bien podría haber salido de un cuento de García Márquez. Y remachó. “Lo que sí hice fue ponerles un impuesto municipal a las motos. Casi todos tienen una, y como no hay buenos caminos afuera del pueblo, se rompen la cabeza a cada rato, yo tengo que contratar un helicóptero para mandarlos a Bucaramanga, y eso me sale caro. Estuvieron muy de acuerdo, porque como les digo, tontos no son. Ya llevo 10 años en esto y he visto como prospera esta comunidad”

Al despedirnos en la cola para subir al avión le pregunté: “¿Y usted qué hacía antes?”. “Fíjese no más, yo era el cura del pueblo, hasta que decidí que por ahí no iba a llegar a ninguna parte”. “Ah, y por cierto, cuando lleguen a Chile cuenten esta historia. Yo quiero que se sepa en todas partes.” Plop. Ahí me di plena cuenta de que Cien Años de Soledad era un retrato costumbrista.

Historia #2

Pocos años más tarde, me tocó ir a hacer una consultoría financiada por el BID, para la modernización de la gestión de la Procuradoría Nacional de Colombia, extraño ente que conjuntaba algunas funciones de Contraloría Nacional, con la del combate a las drogas. Llegamos un Domingo por la tarde, y nos esperaba una camioneta blindada tipo Humvee. El chofer nos advirtió que por ningún motivo saliéramos del hotel en toda la semana, y que ellos nos recogerían el Lunes a las 9 AM. Woow. Sustito. A los narcos no les conviene una Procuradoría modernizada ni eficiente. A la entrada de la verdadera fortaleza que era y es la Procuradoría le pasaron espejos debajo del chassis al vehículo por si las moscas. Esa escena, y todo este trabajo, lo tengo grabado en mis lánguidas neuronas como si fuera una foto.

A la mañana llegamos, y me tocaba comenzar con un saludo protocolar al Procurador Nacional, cargo del mayor nivel, con autonomía incluso respecto del Presidente. En la sala de espera se me acerca una secretaria y me comenta en voz muy baja: “Don Mario, le advierto que el Procurador no está nada de bien. Le asesinaron hace algunos días a su esposa en la carretera Medellín Bogotá”. Woow, más susto e impacto ¿Qué contesta uno? Así entré, medio tembleque, a la oficina del Procurador, le di mi pésame e intercambiamos breves palabras de cortesía.

Al rato comenzamos una reunión de trabajo con el Vice Procurador, para planificar las labores. Una hora más tarde lo llaman, se para corriendo y nos dice que lo esperemos un ratico, como dicen allá. El ratico fue más de una hora, volvió compungido y pidiendo disculpas. “Disculpen ustedes, fíjense que tuve que ir corriendo a resolver un problema que es frecuente. El Viernes, la Procuradora Regional de Santa Marta condenó a veinte años de cárcel a un traficante, y  ya comenzaron las amenazas de muerte. Tuve que organizar un operativo rápido para extraerla con helicóptero hasta Bogotá”.

Moralejas.

Recién hoy aprovecho para divulgar estas historias. Hay moralejas, por cierto. La primera es que, si para competir con la coca alguien quintuplicara el precio del frijol, o de cualquier cultivo, no sacaría nada. Los narcos ofrecerían a los campesinos el doble por la coca, lo cual representa un mísero aumento de un 1% en el valor final del producto en las calles de Nueva York o Santiago. Lo mismo se aplica a cualquier eslabón de la cadena.

Son los transportistas e intermediarios los que se llevan la torta grande, pues como en cualquier teoría económica, son ellos los que asumen el elevado riesgo, con su vida o la cárcel. Pero cuando les resulta, como en la mayoría de las veces, se hacen millonarios, y su problema comienza a ser otro: el blanqueo de los dineros para que no los agarren los servicios tributarios, y la feroz competencia con otros carteles que les quieren arrebatar el lucrativo negocio.

La segunda moraleja: combatir en serio a los narcos pone en peligro la vida de quienes lo hacen en serio y sin dejarse corromper. Ciertamente Chile no es Colombia ni México, los países epicéntricos del flagelo de las drogas. Pero sin duda, en los últimos años los narcos han aumentado su esfera de influencia en Chile, no sólo en el tráfico o microtráfico de marihuana y cocaína, sino en otros negocios propios del crimen organizado, como la venta de “protección” mafiosa a los pequeños comerciantes, la fabricación o distribución de drogas sintéticas, y el tráfico ilegal de armas. Cualquier cosa prohibida o ilegal es buen negocio para aquellos dispuestos a asumir los riesgos.

¿Qué hacer en Chile? 5 «hay que»

  • 1 Aunque me duela decirlo, me he revolcado con este tema por muchos años, he llegado a la conclusión de que hay que legalizar la comercialización y el consumo de marihuana y cocaína para mayores de 18 años, en expendios especiales donde se las venda a una proporción ínfima del precio de los traficantes, con impuestos similares a los de alcohol y cigarrillos, y se registre a los compradores. A la inversa, cualquier acto de comercialización a menores, hasta de 3 pitos de marihuana, debiera ser condenado a penas de cárcel draconianas.
  • 2. Sólo así podremos hacer menos atractivo el negocio de los narcos, aunque lamentablemente ya están montando otros negocios ilegales. Por cierto, hay que prohibir – detestable legislación – la producción doméstica de “hasta tres plantas de marihuana” pues por ahí se cuela el consumo adolescente. La producción y/o importación de drogas solo podría hacerse en el estanco estatal que maneje todo este sistema. Aquí si que me pongo en modo “full estatista”.
  • 3 En tercer lugar, hay que tratar el tema de la adicción al consumo de marihuana, cocaína u otras drogas abiertamente, como un problema de salud pública, ofreciendo amplio acceso a tratamientos, y sin convertir este problema en un estigma personal.
  • 4 En cuarto lugar, y sin esto las dos primeras propuestas se invalidan, hay que ofrecer en gran escala el programa “islandés” de erradicación del consumo de alcohol y drogas en todos los municipios de Chile. Esta fórmula tuvo un gran éxito en el país de origen, donde lograron erradicar casi por completo estos problemas en adolescentes. Puede el lector revisarlo en este texto: Islandia, ejemplo global.Con un modelo basado en la evidencia, Islandia logró disminuir el uso de sustancias psicoactivas en adolescentes en el transcurso de 20 años, presentando en la actualidad la tasa de consumo más baja en Europa”. Ya se está expandiendo a toda Europa vía el modelo Planet Youth.
  • 5 Por último, y no menor, hay que crear una unidad especializada de la policía, fusionando los departamentos pertinentes de la PDI y Carabineros, dedicada al combate del crimen organizado en todas sus dimensiones, con una capacidad de inteligencia y despliegue de informantes tal y como se hace en países avanzados.

Presidente Boric y Ministra Siches: ustedes tienen la palabra… y una enorme responsabilidad adicional sobre sus ya recargados hombros.

19 Comments

  • Rolf Fiebig Zarges dice:

    Viví en Bogotá, Colombia de 1971 a 1975. Recorrí el país completo. En aquel entonces el problema era aún el de los esmeralderos que se asesinaban entre si para robarse las esmeraldas. Pero ya comenzaba también , muy incipientemente, el problema de la droga, que pronto después de mi vuelta a Chile comenzó a alcanzar dimensiones notorias.

  • Alejandro Muñoz dice:

    Muchas gracias Mario por compartirnos el artículo. Ojalá les llegue a nuestro Presidente electo y a la doctora Izkia.

  • Maria Cristina Zamora dice:

    Desde el año de 1989, la Universidad de Miami, planteaba exactamente lo que planteas en el punto número 1, respondiendo a la pregunta: Que hacer en Chile?

    • John Plaut dice:

      Yo estaba instando un sistema PBCS (Planning and Budget Control System) que había codiseñado y programado para uso de IBM en Sudamérica. Fui a instalarlo en 1980 a Venezuela y Colombia. La historia de Rolf me hizo recordar dos historias.
      Historia #1
      Voy caminando al hotel Tequendama después del trabajo y se me va acercando un hombre a pesar de que caminaba cada vez mas rápido. En eso, no sé de donde, un policía lo intercepta y me detengo a ver. El oolicia le hable y el tipo se abre la casaca y saca un revólver. Se lo pasa al policia que revisa la nuez probablemente para ver cuantos disparos habia hecho. Me libre de un cogoteo y quizás de que mas
      Historia #2
      Estoy trabajando, ya solo en el edificio de la IBM, tipín 9 de la noche, solo acompañado de un guardia armado. Sentimos tiros y voy a la ventana. Veo como un hombre persigue a otro y le va disparando desde unos 50 metros de distancia, ambos corriendo por el centro de la calle. Al llegar el perseguido justo debajo de mi ventana cae muerto de un certero balazo. Queda tendido hasta que un rato después llega una ambulancia y lo tiran adentro.. Le digo al guardia: «Habrá que comprar el diario mañana para saber mas de esta historia» y me contesta: «No malgaste su dinero. De seguro que el muerto fue un esmeraldero ajusticiado por quedarse con el dinero de la venta Esto pasa todos los dias y no es noticia para nadie. No saldrá nada en el diario». Y asi fue. (No compré el diario, pero me las ingenié para hacerle caso al guardia).

      Hoy un joven le dispara en el centro de Santiago dos tiros en la cabeza a otro. Ya estamos llegando a lo mismo que en Colombia. Rodrigo Delgado no dio el ancho, y lo peor de todo, siempre le está echando la culpa a otros.

  • Maria Cristina Zamora dice:

    Esperemos que esta vez tu propuesta sea escuchada!

  • Hernán Durán dice:

    Gracias Mario por transmitirnos tu opinión.

  • Haidy Blazevic Q. dice:

    Gracias Mario, como siempre un gusto y un placer leerte!!!! Ojala sea escuchado.
    Quedo atenta al próximo tema

  • Juan Carlos Peralta dice:

    En los «hay que», creo que sería bueno perseguir y castigar severamente el lavado de dinero, Incluyendo acuerdos internacionales y los sistemas financieros.

  • Alexander Bate dice:

    Mario, tu propuesta de legalizar la marihuana y cocaína incluiría tasas de impuestos similares a los del tabaco que sobrepasan el 60%. No seguirá habiendo mucho incentivo para vender droga en forma ilegal debido al margen de utilidad.
    No será muy ingenuo pensar que las organizaciones criminales no cambiarán sus «modelos de negocios» a otros más aberrantes.

    • Mario Waissbluth dice:

      Buena pregunta. Yo me la respondo diciendo que no se observa una gran venta ilegal de alcohol o cigarrillos en Chile. El margen de las drogas debe ser del orden de 1000% o mucho más
      Saludos

  • Rene Silberstein dice:

    Adicional a lo de Mario:
    a) Hay que establecer un sistema de acuso-denuncia a la entidad propuesta integrada por PDI-Carabineros, con premios al denunciante.
    b) El Estado debe de fomentar y marketear el «no drugs» empezando en el área escolar

    Que difícil tarea le espera al Gobierno, más aún si en este sentido no tiene apoyo Constitucional.

    • Mario Waissbluth dice:

      Gracias Rene.
      Muy de acuerdo. Sobre las escuelas, eso esta en el epicentro del sistema islandés. Te invito a leer la referencia porque es impactante que y como lo hicieron.

  • UnNNmas dice:

    Usted sabe muy bien que esa fachada no esta dando ni para cubrir su propia fachada … no se haga el santurron

  • UnNNmas dice:

    Vamos a suponer que sus colegss del amarillismo estan de acuerdo ya que su pega de lavado ests cubierta e intocada como lo Solicitan cada vez que puede usted y sus ecuases

  • Luis dice:

    La industria del tráfico de drogas es un negocio como cualquier otro. Ilegal pero negocio al fin. Legalizarlo pone fin al negocio como tal y afectaría a muchos proveedores que se benefecian de el. Proveedores legales o no. igual como cuando se pone fin a un negocio minero, por ejemplo, por las causas que sean. La pregunta es. Que tanta dependencia comercial hay en Chile de este negocio y quiénes son los beneficiados? Mi impresión es que la respuestas nos llevaría a concluir que este negocio seguirá por mucho tiempo más. En Colombia en particular hay otras industrias, como la industria de la guerra. Por algo en el plebiscito en que se votaba por la paz ganó el NO, impulsado por quienes la paz les dañaba su negocio.

  • Estimado Mario. Me tomé un tiempo para comentar tus 5 «hay qué «. Relativo a tu conclusión de legalizar la droga: total y completamente en desacuerdo. Yo que te considero una de las personas con mayor capacidad de gestión en educación de este país, daría por sentado que esta medida (la # 1) sería desastrosa. ¿Qué pasaría si nuestros hijos, nietos, sobrinos, etc., bebés o primera infancia, fueran educados, cuidados, atendidos en el sistema de salud – público o privado – por técnicos, profesionales y/o universitarios, por personas que consumen droga? O sea drogadictos y probablemente de la «duras». ¿Cuál sería el rendimiento de profesionales de las FF.AA. y/o de Seguridad y Orden, legalmente drogadictos? O también, drogadictos legales como conductores de taxis, locomoción colectiva, choferes de ambulancia, conductores de camiones y/o profesores de todas las etapas educativas definidas en Chile. Podríamos hacer un modelamiento y simulación de aquello y puedo asegurar que la «salida» del modelo sería de personas incompetentes. Conozco PhD expertos en modelamiento que te puedo recomendar.
    Sobre tus otros 4 «hay qué» no me referiré en detalle, peros sí mencionar que el «hay qué» # 3, efectivamente es un problema de salud pública. Aun más, es un imprescindible del proceso educativo del «ser» a contar del año uno, desde la perspectiva ético/moral, de la inconveniencia y nefastas consecuencias de consumir droga: cualquiera, en cualquier edad.
    Por favor, que no seamos todos los chilenos – con nuestros cuantiosos impuestos – que tengamos que «financiar» programas para «drogadictos felices y contentos». Finalmente, con 41 años de trabajo ininterrumpido, NO existe, reglamento, sistema de control o medida disciplinaria (entre otros), que prevenga el errático, temerario o inseguro actuar, in situ, de un drogadicto. Aun peor si son varios. Lo que si es prioritario, es identificar «ya» a los consumidores y ese sí, es o sería un problema de salud pública.
    Un gran abrazo mi estimado Mario.

    • Mario Waissbluth dice:

      Gracias. Te invito a investigar el programa Islandés de control de alcohol y droga. Es el complemento imprescindible de mis propuestas. Saludos, M

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